A continuación presentamos la entrevista concedida por el director de “Eurasia”, Claudio Mutti, a Fiorenza Licitra y publicada en “La voce del ribelle” (La voz del rebelde), el 17 de enero de 2012.
P.- ¿La analogía entre los “Fieles de amor” y el Tasawwuf, junto a la poesía persa -señalada por Italo Pizzi como por Luigi Valli- es un caso ejemplar no solo de la correspondencia, sino también de la enorme influencia que el Islam ha tenido sobre nuestra civilización?
R.– Me complace que Usted cite, además de Luigi Valli, también a mi conciudadano Italo Pizzi, al quién he dedicado un capítulo de mi libro reciente: ”Esploratori del Continente” (Exploradores del Continente). En una memoria presentada a la R. Academia de las Ciencias de Turín, Pizzi ilustró, hace ciento veinte años, las semejanzas y relaciones existentes en la Edad Media entre la poesía persa y la nuestra; además de esto, él atribuyó un origen persa a la leyenda de Tristán e Isolda, resaltando las analogías entre la locura de Tristán y aquella del joven Qays en las obras de Nezâmî y Giâmî. Qué el Islam había ejercido una influencia enorme sobre la civilización europea, y no sólo en el ámbito de la poesía, es un dato evidente, del que deberían tomar en cuenta aquellos de los cuales divulgan continuamente la formula ideológica de las “raíces judeo-cristianas” de Europa. Las más antiguas raíces de Europa son griegas; y el Islam, además de contribuir con su propio aporte al desarrollo de nuestra civilización, también ha recuperado para Europa una buena parte de la herencia griega.
P.- Las Cruzadas, incluso entre luchas y derramamientos de sangre, estableció estrechas relaciones entre Europa y el mundo árabe-persa. Sin embargo proyectamos sobre las guerras de la antigüedad la sombra de la guerra total contemporánea.
R.– Las Cruzadas, que sin ninguna duda produjeron el efecto por Usted recordado, también fueron die höhere Seeräuberei: “piratería de grado superior”, para retomar la expresión de Nietzsche, que a ésta contrastó con la ejemplar política de “paz y amistad con el Islam” seguida por Federico II de Suabia. Por tanto, es inevitable que en el mundo musulmán a los modernos piratas occidentales se los vea como “los nuevos cruzados”, también es verdad que el choque actual no presenta ciertamente las implicaciones positivas que se pueden identificar las Cruzadas reales. En aquella época en efecto, como parece que había dicho un pontífice del siglo pasado, se trató en fin de cuentas de “una pelea de familia”, o sea de un choque entre dos civilizaciones animadas por ideales religiosos. Hoy en cambio, asistimos a un acontecimiento bastante diferente: la tentativa de la barbarie americana de extender y consolidar esta misma hegemonía sobre áreas que permanecían relativamente inmunes.
P.- En el occidente secularizado todavía perdura la concepción unilinear del Cristianismo. ¿Cuáles son las consecuencias?
R.– Si acudimos a la etimología, el Occidente es la tierra del ocaso, de la caída, por lo que la secularización se inscribe fatalmente en su destino. En efecto, la historia y el progreso, en los cuales el hombre occidental y secularizado está inmerso inevitablemente, son exactamente, para citar a Mircea Eliade, “una caída que implica el abandono definitivo del paraíso de los arquetipos y la repetición.” Efectivamente, el cristianismo tiene una estrecha relación con todo esto, en cuánto se trata de la religión del hombre histórico, que ha descubierto la libertad individual y ha reemplazado al tiempo cíclico con el continuo.
P.- ¿La definición de Islam moderado y laico es absurda y paradójica, como lo es la tentativa de modernizar lo eterno?
R.– La expresión “Islam moderado” constituye una tautología, porque el espíritu islámico está fundamentalmente marcado, como dijo justamente Bausani, por el ideal de la mesura, o sea, para decirlo en latín, del modus in rebus (Existe una medida o límite para cada cosa). La tautología en cuestión, bovinamente aceptada por el público semiculto moldeado por la televisión y las revistas, ha sido acuñada por los partidarios del “choque de civilizaciones”, los cuales han emprendido -y con cierto éxito- la tentativa de reclutar tropas auxiliares musulmanas en el encuadramiento occidental. Traduciendo en la neolengua occidentalista, resulta que “Islam moderado” es aquel de los musulmanes made in USA, comprendidos los asesinos que en Libia han colaborado con la OTAN y los terroristas que están intentando subvertir el orden político sirio por cuenta del Occidente. Si el ”Islam moderado” es una tautología, el ”Islam laico” es un oxímoron, ya que, mientras el laicismo propugna la total autonomía del Estado respecto a la religión, el Islam sostiene exactamente lo contrario. Debido a este propósito, es interesante observar que los “laicos”, en su deseo de encontrar el laicismo incluso donde no lo hay, se muestran como ejemplos de “Islam laico” a países musulmanes como Libia, donde a menudo fue el mismo Gadafi quien en persona conducía la oración colectiva, o como a Siria, cuya Constitución establece que ¡”la fuente de la ley es la teología islámica”!
P.- ¿Refutamos otro mito como aquél que pretende un Islam feroz y paroxístico? El Islam es, en cambio, la religión del equilibrio.
R.– En un célebre versículo coránico (II, 43), Dios se dirige a los Creyentes con estas palabras: “Wa kadhâlika ja’alna^kum ummatan wasatan.” Se lo podría traducir de esta manera: “Así habíamos hecho de ustedes una comunidad del áureo medio”. En efecto, el adjetivo wasat, que significa “mediano”, indica el punto igualmente lejano de ambos extremos, así que los Creyentes son designados como la comunidad del justo medio y del equilibrio. Para realizar este ideal de justicia, en la medida en que esto es realísticamente posible, el Islam se propone guiar las necesidades, las inclinaciones y los deseos de los hombres manteniéndolos dentro de los límites de la ley divina. En tal modo, sobre la sólida base de este equilibrio, el hombre puede construir su fortaleza espiritual, desde la cual contemplar lo Absoluto.
P.- ¿La expansión del Islam en Europa desde los años Treinta hasta hoy es debido al hecho de que ésta sea la forma de la Tradición primordial adecuada para los últimos tiempos?
R.– Efectivamente, la revelación coránica se presenta como última y definitiva en el actual ciclo de humanidad y como esencialmente recapituladora de las revelaciones anteriores; eso confiere al Islam un grado de universalidad que lo hace accesible a hombres de distintos orígenes geográfico, étnico y cultural. Por otro lado, si la civilización islámica ha sido históricamente la intermediaria natural entre el Oriente y Europa, esto se explica no sólo por la presencia del Islam en un área geográfica contigua a Europa y también parcialmente interna a la Europa misma (España, Sicilia, Balcanes), pero incluso con el hecho que entre las formas espirituales no cristianas, aquella islámica es la menos lejana, por sus características, de la mentalidad tradicional europea. Indicar los años Treinta como momento inicial de la expansión del Islam en Europa me induce a pensar que se atribuya cierta importancia a la influencia ejercida de la obra de Guénon y a las consiguientes reconexiones de grupos de europeos a los centros espirituales del mundo musulmán. Este fenómeno ha tenido ciertamente su peso, pero no se debe olvidar la contribución de otras causas y otros factores que han dado a la difusión del Islam (en primer lugar, los “desplazamientos étnicos” previstos justamente por Guénon).
P.- Frithjof Schuon escribe que el mundo es infeliz porque los hombres viven debajo de sus posibilidades. Posibilidades, por lo tanto, espirituales, no materiales…
R.– Visto que me cita a Schuon, me permitirá contestarle con una cita del mismo autor: “Ya que vivimos bajo todos los aspectos en una tal cáscara (Schuon alude a la “cáscara” de la relatividad existencial) necesitamos, para saber quiénes somos y a dónde vamos, de aquel desgarro cósmico que es la Revelación.”